Algunos dirán que no hubo sorpresas en las elecciones legislativas del pasado domingo 22 de octubre para renovar 127 bancas de diputados de todas las provincias, que representan la mitad de la Cámara de diputados y 24 bancas de senadores de solo 8 provincias, que representan un tercio de la Cámara de senadores.
Las internas (PASO) de agosto fueron las que realmente sorprendieron a todos, principalmente a los peronistas de las diversas extracciones. Podríamos decir que eran previsibles después ver los resultados de las últimas encuestas, sin embargo, no deja de asombrarnos el hecho de que a principios de este año nadie hubiera imaginado semejante triunfo de la coalición gobernante Cambiemos. Sorprende incluso que en solo dos meses, Cambiemos triunfó en 15 de las 24 provincias, mejoró los porcentajes de agosto, y revirtió los resultados adversos de las primarias en cinco provincias: Buenos Aires, Santa Fe, Salta, La Rioja y Chaco. Pero sin duda la mayor novedad es que nunca un gobierno, en las elecciones de medio término, pudo superar por tanto los porcentajes obtenidos en las elecciones generales que lo llevaron al poder dos años antes.
Cambiemos triunfó indiscutiblemente en los cinco distritos más importantes del País, algo que no pasaba desde 1983: Capital Federal (51%), Buenos Aires (42%), Córdoba (48%), Santa Fe (38%) y Mendoza (45%).
En resumen; el Gobierno triunfó en las provincias más pobladas y prósperas del País, mientras que el peronismo, en sus diferentes versiones, retiene su influencia en las demás provincias. Los resultados totales en el País le dieron al Gobierno el 41% de los votos.
La Cámara de diputados que antes tenía sólo el 33% en manos de Cambiemos, ahora tendrá un 41%; pasará de tener 86 diputados a 107, una posición que no es hegemónica (la cantidad necesaria para tener quórum propio es 129 diputados) pero coloca al Gobierno en una posición más cómoda para negociar el apoyo necesario y obtener las leyes que está necesitando para sus propósitos.
En la Cámara de senadores el Gobierno logró elevar de 15 a 24 representantes de un total de 72 bancas; antes tenía sólo el 21% del total y ahora tiene un 33%; sin embargo, se consolidó como la primera minoría.
Los grandes derrotados fueron todos los peronistas en sus diversas expresiones. Todavía no hay señales concretas de que ahora el peronismo desplazará a Cristina Kirchner de su posición de liderazgo dentro de esa fuerza política, y poder recuperarse de la pésima imagen que tiene el peronismo en la sociedad después de haberla seguido incondicionalmente durante tantos años, mientras la ex presidente sumaba votos y les garantizaba todo tipo de desatinos junto al poder. Cristina Kirchner parece estar dispuesta a liderar la oposición, pero todo indica que es un lugar que en realidad no le concederán las demás fuerzas políticas.
Es verdad que, sumados todos los “peronismos”, podrían vencer fácilmente al gobierno, pero la realidad es que esta matemática está muy lejos de ser posible; hay demasiadas rivalidades, traiciones, acusaciones cruzadas, y ningún liderazgo a la vista. Todos los actuales líderes peronistas: Cristina Kirchner, Sergio Massa, Florencio Randazzo y Urtubey fueron derrotados sin discusión. Esta acefalía requerirá de un reordenamiento del peronismo como nunca antes fue necesario realizar.
Otro hecho sorprendente es que la campaña política previa a las elecciones fue escasa, con menor intensidad que en la campaña para las internas de agosto pasado; en parte porque los resultados eran bastante previsibles gracias a las mejores expectativas económicas de los últimos meses, y en parte también por el lamentable suceso en torno a la muerte del artesano y activista Santiago Maldonado. Respecto de esta muerte, la ciudadanía se hartó de la utilización política de este hecho por parte del kirchnerismo, y es probable que haya ayudado en algo al Gobierno a mejorar sus resultados. La política olfateó este hartazgo y en los últimos días previos a las elecciones todos se llamaron a silencio para no empeorar las cosas. Quedó sin embargo la sensación de que no hubo sensatez ni madurez política en esta decisión, sólo especulación para no perder votos de una sociedad que cambia su decisión de voto con suma facilidad.
El futuro se ve ahora más despejado en la Argentina; ya no hay dudas sobre el liderazgo de la coalición gobernante y eso permitiría consolidar un rumbo con medidas y políticas más probables de ser concretadas. Desplazada Cristina Kirchner de su posición de liderazgo indiscutido, el gobierno recibirá ahora todas las miradas y críticas sobre la gestión que llevará a cabo. Es una nueva etapa para la Argentina, y todos deseamos que este mejor balance de poderes pueda concretar un sano crecimiento que todos estamos esperamos desde hace muchos años.
Jože Lenarčič