Acto de agradecimiento a la Argentina

Nuestro deseo de libertad respira desde hace 70 años.

Los eslovenos en la Argentina conmemoramos los 70 años de la llegada al País tras el éxodo del final de la Segunda Guerra Mundial. Hace 70 años empezó la epopeya de aquellos 6000 eslovenos que emprendieron, con incertidumbres y ojos todavía llorosos, su nueva vida aquí en la Argentina. Aunque por mucho tiempo más los tristes recuerdos seguirían latiendo en esos 6000 corazones, comenzó para todos ellos una nueva vida, próspera, llena de oportunidades y realizaciones. Por eso nosotros, los descendientes de aquellos pioneros que no dudaron en sacrificarlo todo a cambio de su libertad, nos hemos reunido el pasado domingo 30 de setiembre en Buenos Aires para agradecerle a Dios y a la Argentina por habernos dado la oportunidad de volver a renacer en esta nueva patria.

Nuestra conmemoración se inició a las 9 horas en la Plaza San Martín. Un público numeroso y cerca de 40 pequeños y mayores vestidos con sus trajes típicos, nos reunimos frente al monumento del Padre de la Patria. Este primer gesto lo hicimos para agradecer a la Argentina por haber recibido a nuestros padres y abuelos, en un momento difícil de la situación mundial, cuando muy pocos países aceptaban sin condicionamientos a estos contingentes de emigrantes. Cantamos los himnos de las dos patrias, y el presidente de la organización Eslovenia Unida, ing. Jorge Komar, nos brindó algunas reflexiones sobre este importante aniversario. Nos recordó lo delicado que fue aquel momento histórico, y la importancia de la gestión del monseñor Juan Hladnik ante las autoridades de la Argentina, que recibió generosamente a nuestros padres, dándoles la posibilidad de formar sus hogares y forjar un futuro, permitiéndoles mantener su idioma y su cultura. A cambio de aquella generosidad y con los valores traídos desde Eslovenia, aquellos emigrantes supieron retribuir al País con valiosos trabajadores, emprendedores, profesionales y religiosos. En señal de agradecimiento, los representantes de nuestra organización Eslovenia Unida colocaron una ofrenda floral al pie del monumento del general San Martín, en nombre de todos aquellos 6000 corazones, y también en nombre nuestro, los depositarios y continuadores de todos aquellos sueños y sacrificios.

A pesar de los malos pronósticos del tiempo, tuvimos una hermosa mañana soleada y pudimos marchar desde allí caminando hacia la Catedral de Buenos Aires, en el corazón de la ciudad, para dar lugar al segundo acontecimiento importante de este aniversario: darle gracias a Dios por habernos concedido el milagro de sobrevivir a la persecución comunista de Eslovenia, y habernos también procurado un nuevo hogar. A las 10 de la mañana comenzó la Santa misa que organizamos con mucho amor y cuidado. Contamos con la presencia de todos los representantes de nuestros Hogares, colegios y organizaciones eslovenas, así como también los representantes de la Embajada de Eslovenia en la Argentina. La solemne Misa en la Catedral fue concelebrada por el primado argentino, Cardenal Mario Poli, el Nuncio apostólico mons. León Kalenga Badikebele, el arzobispo de Corrientes, mons. Andrés Stanovnik además de otros cuatro sacerdotes eslovenos. La Santa misa no hubiera sido tan solemne sin todos aquellos detalles que tanto nos gustan a los eslovenos en esta parte del mundo: 30 monaguillos prolijamente ataviados, las 40 trajes típicos, las banderas eslovena y argentina, los chicos de todas las escuelas eslovenas, los jóvenes de nuestra comunidad y el numeroso coro de cantantes de todos los Hogares eslovenos de Buenos Aires, que se prepararon con gran esmero para este importante acontecimiento. No hubiera sido tan solemne el canto sin el órgano, desde luego, tocado magistralmente por nuestra querida Anka Savelli Gaser. El marco solemne se completó con la presencia de casi 500 compatriotas, que otra vez llenaron por completo la Catedral más importante de la Argentina.

En su homilía, el arzobispo Andrés Stanovnik nos habló de todas nuestras familias que, forzadas por el comunismo, hostil a la visión cristiana de la vida y los valores democráticos, tuvieron que abandonar su patria e iniciar el penoso e incierto camino del éxodo. También nos recordó que nos reunimos para agradecer a Dios por la vida, la fe cristiana y el amor por nuestra patria, demostrado durante el transcurso de siete décadas en esta bendita tierra argentina, la tierra de fronteras abiertas y generosas donde nuestros refugiados eslovenos encontraron su hogar. Cuando, como pueblo fiel, recordamos los caminos difíciles del exilio de nuestros padres y abuelos, y la perseverancia con la que pudieron encontrar el camino sin desviarse, debe servirnos de enseñanza para que este maravilloso tesoro de fe y cultura cristiana, en toda su pureza y vitalidad, sea entregado a las generaciones más jóvenes, sobre todo a través de su testimonio de santidad, que felizmente experimentamos en la familia y en las diversas tareas que nos ocupan en la vida diaria. Este es el mejor legado que podemos brindarles.

Los cantos coronaron los momentos más hermosos de la Santa misa, como la canción de los jóvenes durante las ofrendas, las canciones de los niños de las escuelas durante la eucaristía, y las espléndidas canciones hacia el final: Hvala Večnemu Bogu y Marija skoz’ življenje. El cardenal Mario Poli nos brindó al final su cálido saludo por este aniversario y nos alentó a regresar a la Catedral muy pronto para volver a escuchar nuestras canciones. Tras la bendición final resonó el magnífico Aleluya de Haendel y, en medio de saludos y felicitaciones, asistimos al momento final de la foto de todos los sacerdotes, monaguillos y trajes típicos que quedará para siempre grabado en nuestras retinas, como otro hito importante de nuestra historia en la Argentina.

Hace 70 años nuestra gente comenzó, aquí en la Argentina, a recuperarse de la tragedia más grande que conoce la historia eslovena. Miles de eslovenos debieron abandonar su patria para escapar del exterminio que desoló Eslovenia. Ninguno de los 6000 eslovenos que llegaron a esta tierra pensó jamás en abandonar su patria, y sin embargo, se encontraron un día en el puerto de esta enorme ciudad de Buenos Aires, huérfanos, pero en libertad. Los olvidados por su tierra natal, nuestros refugiados eslovenos, sin nada más que recuerdos y esperanzas, empezaron en esta tierra argentina un camino duro, lleno de sacrificios y trabajo. El milagro del que muchos han hablado, se trata sólo de amor y dedicación, construidos desde la amistad. Aquellos pioneros nos enseñaron el valor de la fidelidad, fidelidad a Dios y a nuestras raíces. Por eso, 70 años después, dijimos: Gracias Señor, Gracias Argentina.

JL

link: Homilía de msgr. Stanovnik

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