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Si el propio proceso de emigración de nuestras tierras y radicación en Argentina en el siglo XIX, descripto en mi artículo anterior, no tiene datos completos y se fundamenta también en presunciones, ya que no existen en Eslovenia ni en Argentina crónicas parroquiales completas ni tampoco listas de los puerto;, la historia se complica en lo referido a la conservación de la identidad eslovena en este grupo durante las décadas siguientes. En esto la información no sólo es deficiente sino también contradictoria. Es un hecho que los eslovenos continuaron radicándose en Entre Ríos entre ambas guerras, aunque en un número menor, en el marco de la migración de Primorska provocada por el fascismo. Con cierta lógica algunos concluyen que el motivo para la radicación en esta provincia fueron los parientes que ya vivían en la zona. Por el contrario otros sostienen que ambas olas migratorias ni siquiera tuvieron contacto durante muchos años, tal vez ni siquiera conocían la existencia del otro, o que no se sintieron conectados étnicamente debido a la asimilación de la primera ola.
Es un hecho que no existió en Entre Ríos una asociación formal hasta el cambio de siglo, como tampoco vínculos formales con Eslovenia. El conocimiento de la primera ola entre el público esloveno es mérito de Carlos Bizai. Hacia fines de los años 90 del siglo pasado, una vez jubilado de su carrera militar, éste comenzó a interesarse por el origen de sus antepasados. No fue esta una cuestión fácil. En la época de la primera inmigración eslovena, y evidentemente durante varias décadas posteriores, la Argentina aún no miraba con aprobación la cultura de los inmigrantes, sino que deseaba que se asimilaran cuanto antes. Así se les habría sido prohibido a los padres hablar con sus hijos en idioma esloveno. El castigo por hablar en esloveno en la escuela era la expulsión. Dos escuelas de los alemanes del Volga, que arribaron en la misma época (fueron 27 las nacionalidades que llegaron a Entre Ríos y a todas las llamaban “gauchos judíos”, aún cuando los judíos fueron sólo una entre tantas nacionalidades) habrían sido cerradas por considerar que el proceso de asimilación era demasiado lento y que mantenían su idioma por demasiado tiempo. Los eslovenos en cambio habrían cumplido al pie de la letra las leyes y políticas argentinas. Esto trajo como consecuencia una rápida integración, y también la asimilación. Una de las políticas argentinas para lograr un pronto ingreso de los inmigrantes en la sociedad local habría sido también que al momento del entierro de sus muertos, los parientes debían enterrar con él todas sus pertenencias personales. Es una prueba de la supervivencia del espíritu esloveno el hecho de que en la época de la Primera Guerra Mundial aún había en Entre Ríos suscriptores de la editorial “Mohorjeva Družba” de Celovec.
Carlos Bizai sostiene también que en la época en que comenzó a interesarse por su origen su abuela aún vivía y rezaba todos los días el rosario en esloveno. Pero que todos, incluso ella misma, estaban convencidos que lo hacía en alemán, ya que se identificaban como austríacos. La historia acerca de cómo logró encontrar sus raíces sería aproximadamente la siguiente. Encontró un documento en el cual estaba consignado Cerovo como lugar de nacimiento de su abuelo, que llegó a los seis años con sus padres. Bizai consultó en Viena, de allí lo enviaron a Italia con la aclaración de que el límite se modificó posteriormente. Tampoco en Roma sabían nada, por lo que lo derivaron a Yugoeslavia. Al consultar en Belgrado tomó conocimiento que el país ya no existía hacía una década, por lo que se dirigió a Ljubljana. Así se convirtió en un esloveno entusiasta y comenzó a investigar intensivamente a los eslovenos en Entre Ríos. En los últimos veinte años escribió cinco libros, no como un historiador profesional sino como “laico”.
Bizai entabló contacto con la Embajada en Buenos Aires, recibiendo del entonces Embajador Grobovšek el estímulo para organizar una asociación y comenzar a descubrir sistemáticamente sus raíces y su cultura. Bizai logró destacarse en este campo y es hoy Cónsul Honorario de la República de Eslovenia para la Provincia de Entre Ríos. Su hijo pasó un año en Ljubljana, donde aprendió el idioma esloveno. El Cónsul cuenta que actualmente visita Eslovenia todos los años y la promueve de todas formas en Argentina. Cuenta también que su trabajo fue el de un pionero, que al comenzar a investigar el origen esloveno de parte de la población de la zona era el único que sabía algo de Eslovenia y que tuvo que comenzar de cero.
En cambio otros eslovenos cuentan la historia de los eslovenos en Entre Ríos de otra forma. Durante mi visita varios interlocutores mencionaron que siempre fueron conscientes de su origen esloveno y que la descripción que hace Bizai para toda la comunidad, que recién hace dos décadas descubrieron que no eran austríacos sino eslovenos, es válido solamente para él y para un determinado grupo de personas, que para otros fue distinto. Una señora lo describió así: “Tengo 82 años y hace 82 años que sé, que soy eslovena. Nosotros siempre supimos que éramos eslovenos del Imperio Austro-Húngaro”. Varias personas contaron también que ya en la época entre ambas guerras establecieron su asociación, la cual nunca fue formalizada, cuyo fin era reunirse, organizar picnics, bailes, etc. Cuentan que los jóvenes se conocían en esos eventos y así se producían luego los matrimonios entre eslovenos. Esta asociación tuvo su propio nombre: Slovenski dom. Durante la Segunda Guerra Mundial realizaron colectas de dinero y lo enviaron a sus parientes a Eslovenia. La mayor actividad se habría producido entre los años 1945 y 1952. La razón por la que menguaron las actividades se debió a que con la aparición del comunismo en Yugoeslavia algunos temieron ser acusados de algo si se reunían y por eso se alejaron. “Otros, los que no tuvimos miedo, continuamos”, me comentó mi interlocutora. Msgr. Janez Hladnik, quien brindaba ayuda espiritual principalmente en Buenos Aires pero visitaba también el resto de la Argentina, se dedicó primero a los inmigrantes de la época entre ambas guerras, ayudando posteriormente a los refugiados anticomunistas, visitó anualmente Entre Ríos hasta su muerte, lo que es una prueba de la existencia del espíritu esloveno, ya que Hladnik con seguridad no se comunicaba con ellos como si fueran Austro-Húngaros.
La política también tuvo gran influencia en los eslovenos en esta alejada provincia en los tiempos de la Guerra Fría. El descendiente de un inmigrante de entre las guerras me contó que alrededor del año 1960 su padre había estado preso por sus convicciones comunistas (comentario al margen: esto me lo contó sentado a la mesa, en la cual también estaba el nieto del entonces presidente Frondizi, cuyo gobierno había ordenado la prisión del padre – en otros lugares del mundo las diferencias políticas y traumas históricos no se viven en forma tan drástica como en Eslovenia y la gente sabe y quiere conversar). Pero no llegó de Primorska siendo comunista sino que adoptó esa ideología en Argentina, durante su trabajo en los ferrocarriles. Otra persona me contó también que su padre había estado preso ya que había estado reuniendo dinero para las víctimas del terremoto de Skopje en el marco de esta asociación informal eslovena, lo que fue interpretado por algunos en Argentina como ayuda financiera al comunismo.
Pero aunque en el trabajo de los inmigrantes es claro su carácter esloveno, esto tampoco es unívoco. La asociación eslovena no existía formalmente. Pero Carlos Bizai encontró documentos que prueban que los inmigrantes de Primorska fundaron una asociación Austro-Húngara después de la Primera Guerra Mundial. Esta asociación aún existe formalmente. Incluso tiene un monumento para sus socios en uno de los cementerios locales, definiéndolos como Austro-Húngaros, aunque los apellidos consignados resultan ser típicamente eslovenos. Si esto resulta sencillo de explicar para los inmigrantes de fines del siglo XIX, resulta más difícil de comprender para los que llegaron al finalizar la Primera Guerra Mundial. Puede intentarse una explicación diciendo que provenían de Primorska, que fue atribuida a Italia después de la Guerra. Eslovenia aún no era un concepto del derecho internacional, entonces podría interpretarse que la creación de esta asociación era principalmente un gesto de rebelión contra la atribución de Primorska a Italia. Pero la asociación continuó sus actividades durante décadas. Bizai encontró fotografías que muestran que en la capital provincial, Paraná, en 1881 comenzaron a organizarse fiestas de colectividades y que en las mismas participaba también la asociación Austro-Húngara, donde personas de apellidos eslovenos ofrecían comidas típicas eslovenas en un puesto con la bandera Austro-Húngara.
Además del desconocimiento y la política asimilacionista argentina, también contribuyó a esta indefinición de identidad el hecho que algunas personas no deseaban hablar con sus hijos de su patria anterior. Además de la cautela debida a la asociación de Eslovenia y Yugoeslavia con el comunismo, se trataba también del dolor y trauma propios de la añoranza. Varias personas me contaron que los abuelos nunca quisieron hablar de su antigua patria porque les resultaba demasiado doloroso. Una señora contó que su abuelo, llegado en 1927, nunca adoptó la ciudadanía argentina ya que casi hasta el fin esperaba volver, considerando a la Argentina como su hogar pasajero. Siempre mantuvo contactos escritos con sus parientes, una vez incluso los visitó, y luego a los 60 años de su llegada comprendió que nunca volvería realmente, y entonces cortó con todos los contactos con sus parientes allá. Pero sin embargo en todos esos años únicamente habló con sus hijos y nietos en castellano y nunca habló de su pueblo. Hoy su nieta, mujer de mediana edad, está comenzando a aprender esloveno y a descubrir esta parte de sus raíces. ¿Su motivación? Desea entender las cartas de su abuelo que tiene guardadas, saber acerca de qué se escribía con sus familiares.
Otra cuestión resulta interesante en lo referido al tema de la identidad. En el año 1879 y posteriores los eslovenos se radicaban junto con los friulanos y los austríacos. Los eslovenos eran ciudadanos austrohúngaros leales en tanto los friulanos odiaban el Imperio Austrohúngaro y al llegar destruían sus pasaportes que los identificaban como ciudadanos austríacos. Al solicitar documentos argentinos se presentaban siempre como friulanos o italianos y los eslovenos como austríacos. No obstante se llevaban bien entre sí y fundaron poblados juntos. Incluso la asociación friulana habría sido fundada por los eslovenos y los friulanos.
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Dejan Valentinčič, Časnik.si
Traducción: Mariana Poznič
Primera parte de la nota: Svobodna Slovenija, 2017/16