Entrevista a Andrés Vombergar

Andrés Vombergar tuvo su mejor semestre deportivo en 2022. Luego de una carrera realizada con mucho esfuerzo, a los 28 años ha  conquistado dos mundos. Porque Andrés es Andrej. Es el Andrej de nuestra colectividad que conocemos desde que nació, el hijo de Marko, artista de la fotografía y de Andrejka Selan, directora durante años del Coro Mixto de San Justo fundado y también dirigido por su padre Andrej Selan. Es el Andrej por el que corren por su venas la sangre de escritores y artistas como su otro abuelo Jure Vombergar y sus bisabuelos Tine Debeljak y Joža Vombergar, que llegaron a la Argentina huyendo del comunismo para preservar su vida, su libertad y su fe.  Es el Andrej que como tantos chicos de la colectividad hizo el esfuerzo de asistir a la escuela durante la semana y los sábados a la escuela eslovena France Balantič, cantó en el coro de niños y bailó en el grupo folclórico Mladika. Andrej desafiando a su impronta genealógica se dedicó al deporte y a través de él ha conquistado Argentina y Eslovenia y ha tendido puentes para que la colectividad eslovena sea difundida. Porque Andrej a partir de su etapa en el escuela secundaria le sumó a todas sus actividades el sacrificio de entrenar duramente en las divisiones inferiores de River Plate para hacer luego un largo camino por el mundo para finalmente volver a Argentina y a la vez jugar en la selección eslovena y ser adorado por las hinchadas de ambos lados del océano.

Luego de quedar desafectado de las inferiores de River por una lesión en la rodilla que casi puso fin a su carrera, Andrej jugó en los clubes Ituzaingó, Fénix y Los Andes subiendo de categoría con cada pase. En 2016 le llegó la oportunidad de jugar en Europa, en el Olimpija de Eslovenia, debutando así en un equipo de primera división. Se convirtió en ídolo, convirtió un gol agónico que permitió la victoria contra el Maribor, el rival histórico,  salió campeón de la liga  y sus fotos tapizaron las calles de Ljubljana.  Pasó luego al Ufa de Rusia donde transcurrió la pandemia y luego de un nuevo paso por Olimpija fue transferido en 2021 al Atlético San Luis de la primera división mexicana.  

A mediados de 2022 surgió la posibilidad de jugar en Argentina y no lo dudó y además el club en cuestión resultó San Lorenzo, uno de los grandes del fútbol argentino. En una sorprendente coincidencia, se dice que los colores de la camiseta que ahora luce Andrej fueron elegidos por el fundador del club, el sacerdote salesiano nacido en Morón Lorenzo Massa, por ser los colores de María Auxiliadora, la misma advocación de la Virgen que protege a los eslovenos y que se encuentra en el altar de la iglesia en la que Andrej escuchó misa desde chiquito y que además resulta el club del cual el Papa Francisco es hincha. 


Andrej en su primera jugada anotó el primer y decisivo gol en su primer partido en San Lorenzo  a los pocos minutos de entrar en el campo de juego y al final de la temporada había anotado otros 5. Los resultados le permitieron a San Lorenzo clasificarse para la Copa Sudamericana 2023.  Ya después de su primer partido despertó la euforia de los hinchas, lo bautizaron Bomba y se convirtió en ídolo. Fue objeto de notas, entrevistas y tapa de diarios  (La Nación, Clarín, Olé) y en todos su reportajes se resalta su humildad, su esfuerzo y sobre todo siempre se pone de relieve su reconocimiento a su familia y a su colectividad. Todos en Argentina hoy saben que Vombergar es de origen esloveno y por ende que existe Eslovenia. A su vez en Eslovenia también ha sido objeto de reportajes en los que también resalta su historia personal y profesional.  

Este presente se coronó cuando en noviembre de 2022 el entrenador de la selección eslovena lo convocó para jugar un par de partidos  amistosos. Hizo su debut el 17 de noviembre   contra Rumania siendo el primer jugador del seleccionado que resulta ser a la vez jugador de un equipo sudamericano. Fue reconocido como esloveno nacido en Argentina por la Oficina de los Eslovenos en el Mundo y como broche de oro,  en su visita a la Santa Sede el primer ministro esloveno le entregó una camiseta del seleccionado esloveno al Papa Francisco. Ese gesto fusionó y visibilizó  todo lo que representa Andrej, el argentino fruto de la emigración de fuertes raíces católicas y  patriotas que es reconocido por la patria de sus abuelos.


A fines de 2022  y pocos días después  de que Argentina hubiera obtenido la Copa del Mundo,  Svobodna Slovenija charló con Andrej.


Se termina 2022, ¿podés considerar que ha sido el mejor año de tu vida?

¡Qué tema! A ver,  deportivamente creo que sí. No arrancó muy bien, porque la realidad es que estuve en México los primeros cinco o seis meses y  jugaba muy poco, el técnico no me tenía en cuenta y llegamos a un acuerdo para rescindir contrato con Atlético San Luis y ahí fue cuando vino San Lorenzo y fiché en julio. Podemos decir que  fueron los mejores cuatro, cinco meses de mi carrera, sin  lugar a dudas. 


Durante este año te transformaste en jugador de San Lorenzo y en ídolo de su hinchada y a su vez te convocaron para jugar en la selección de Eslovenia. ¿Qué se siente cuando salís a la cancha con cada una de las camisetas?

Lo primero que se siente es orgullo. Cuando fiché por San Lorenzo sentí una gran responsabilidad, por estar en un club grande, por la repercusión que tiene el club y lo traté de disfrutar al máximo. Por suerte los resultados se dieron y llegó la convocatoria de la selección. Ahí me tocó debutar contra Rumania como visitante y esa semana la disfruté al máximo, entrenando con la selección, conociendo a los compañeros y el momento de entrar a la cancha. Si  bien estaba muy enfocado en el partido,  cuando terminó  sentí una emoción como nunca antes. Fue un orgullo tremendo y felicidad porque sentí que estaba cumpliendo un sueño. En ese partido como hinchada eslovena estaba mi primo Martín Rezelj y dos amigos Santiago y Nacho Princic de Paraná con los que me  hice amigo cuando estaba jugando en Eslovenia en Olimpija y en cuanto llegó la convocatoria para la selección les avisé que iba a jugar contra Rumania y  sacaron un pasaje para ver el partido. ¡Eran los únicos que se escuchaban en la tribuna! ¡Era una hinchada eslovena con espíritu argentino!!


El primer ministro esloveno entregó al papa Francisco la camiseta de la selección con tu nombre, lo que amalgama tus dos nacionalidades ¿Sos consciente que te has transformado en un embajador? Un puente entre dos culturas. En la Argentina todos los hinchas de San  Lorenzo saben que sos de origen esloveno y en Eslovenia todos saben que sos argentino. 

Es un tema, por ahí  uno no se da cuenta, pero viendo la magnitud que tiene  el deporte, el impacto social que produce, cómo une a la gente, la palabra embajador suena un poco fuerte pero tal vez es un poco la realidad. Ver al Papa recibiendo la camiseta con mi nombre es un orgullo, más que nada por ser esloveno y argentino al mismo tiempo y más que el papa es de San Lorenzo, hincha confeso. Me siento muy orgulloso


Tus éxitos de este año vienen basados en años de esfuerzos. Contanos cómo fueron los inicios en las inferiores de River cuando combinabas entrenamientos con la escuela

Eso si bien fue en parte mi esfuerzo, también lo fue de toda mi familia, de mis padres más que nada que me  llevaban a entrenar, perdían horas de trabajo o de descanso para llevarme a mí o a mi hermano. Todos los fines de semana era acomodar los horarios para combinar los entrenamientos y el colegio esloveno que cursaba los sábados. Los dos últimos años de la secundaria  empecé en la semana a entrenar a la mañana y me tuve que cambiar de colegio. Eso también fue un esfuerzo para mi mamá y papá que buscaron otro colegio. Fue adaptar todos los planes familiares a mi proyecto, a los partidos que tenía y todos sin saber si iba a llegar a ser profesional, era apoyar un sueño mío, a pulmón que de a poquito se fue dando.  Fue un gran esfuerzo pero terminé la secundaria sin llevarme ninguna materia. Los dos últimos años fueron muy desgastantes con el entrenamiento y el colegio pero valió la pena.


Contanos también el esfuerzo que significó  recuperarse  de una lesión tan importante  como la que tuviste en tu rodilla. 

Cuando me diagnosticaron la lesión, me dejaron libre en River. Volví a Ituzaingó que en ese momento estaba en la cuarta o quinta división. Entrené pero me llegué a romper por completo y ese año  no sabía qué iba a pasar conmigo. Estuve casi un año sin poder jugar. Empecé en  la facultad a estudiar kinesiología. Me operaron, los primeros meses fueron difíciles, el fútbol pasó a segundo plano. La realidad era que mi carrera había terminado. Estadísticamente las posibilidades de seguir eran muy difíciles, ya tenía 18 años, edad en la que ya debía estar debutando en primera y yo estaba sin poder entrenar. Nunca perdí  la ilusión. De a poco con kinesiología empecé a entrenar. Estuve un año sin poder jugar, pero se fue dando de a poco,   Le agradezco a Ituzaingó porque me bancaron, seguí entrenando y debuté en la primera  C, descendimos a la primera D, después pasé a Fenix que era de tercera división. Luego pasé a Los Andes, de segunda división y después me fui a Olimpia.  Mi carrera había terminado pero con kinesiología, natación y entrenando lentamente la rodilla aguantó bien, se fue dando poco a poco y se fue todo para arriba. 


Tu debut en primera fue en Eslovenia un lugar más amigable y luego te fuiste a  Rusia. ¿Cómo fue vivir en  un lugar tan alejado y con un clima  tan duro?

En Eslovenia fue un primer paso en Europa. Lo sentí como una linda experiencia, tener  familia cercana, me fue muy bien.  Después fue el paso de Rusia. En un primer momento tal vez estaba un  poco dubitativo en aceptar pero en ese equipo había dos eslovenos más. La Liga rusa es una liga fuerte pero el fútbol es como es. A mí me había llamado un técnico pero a los dos o tres partidos lo echaron, vino uno nuevo, un tipo ruso, no había comunicación, estaba lejos de la familia, me tocó la pandemia, fue muy complicado pero lo tomo  de todas formas como una experiencia positiva. Creo que cada paso que tomé en mi carrera me llevó a donde estoy ahora.


¿Cómo influyó tu familia y tu educación en tu carrera?

Por ahí es una frase hecha, pero no darse nunca por vencido, aunque las cosas no salgan, me pongo a pensar en  mis abuelos lo que significaba el trabajo y el esfuerzo para ellos, los valores de la familia; eso me ayudó  muchísimo para mantener una constancia durante mi carrera. No  perder las esperanzas, no bajar los brazos cuando no podía jugar y  o como pasó en Rusia o en México cuando no me tenían en cuenta para jugar. Todo eso me hizo más fuerte de la cabeza.


¿Qué valores rescatás del fútbol como juego de equipo?

Te puedo contar una experiencia personal. Siempre, cuando me fue bien era porque había una buena conexión en el grupo, puede haber casos de equipos campeones que no se llevan bien pero en mi caso siempre que al equipo le fue bien es porque en el grupo humano tiraban todos para delante, dejando las individualidades de lado y todos teníamos un objetivo claro como grupo. Puede haber diferencias pero los egos hay que dejarlos de lado. Eso es un ejemplo clarísimo en la selección argentina campeona. Puede estar Messi pero sin el equipo no se hubiera conseguido la Copa. Y se los ve claramente como un grupo unido que tira para delante, la relación familiar que hay entre ellos. Y la figura del entrenador es fundamental para contener al grupo.  


¿Qué sentiste el domingo de la final cuando Argentina se consagró campeón del mundo?

Si bien lo pasé mal durante el partido, estaba muy tranquilo porque sentía que se iba a dar que el partido era nuestro. Lo pasamos con amigos en Castelar, fue una locura, saltamos todos juntos, festejamos abrazados, todos contentos, todos juntos. Fue una felicidad como que se estaba logrando un sueño. Lo estábamos esperando hace mucho tiempo aunque en ese momento tardás en darte cuenta qué está pasando. 


Messi ha dicho que Dios le dio el don de jugar y que él hizo todo para superarse,  ¿estás de acuerdo en tu caso?

Sí, seguro. Yo provengo de una familia católica y es difícil explicarlo pero soy muy de agradecer. En todas las experiencias que me tocó vivir, sin esa fuerza hubiera sido mucho más difícil haber conseguido todo lo que conseguí hasta ahora. Lo tengo muy en claro.


Muchas gracias Andrej!



Entrevistó: Ariel Mazières



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