»Živé naj vsi naródi…«

No recuerdo cuando escribí la última nota, pero fue hace bastante tiempo. En estas últimas semanas pasaron muchas cosas por aquí. La mayoría de ellas muy emotivas, al menos para mí. 

Como saben muy bien, el pasado 25 de junio se cumplieron 30 años de la Independencia de este hermoso país. Durante esa semana, pude ver por televisión diferentes documentales, videos y entrevistas, y así comprender un poco más los sucesos que llevaron a la Independencia y todo lo que sucedió después de ese 25 de junio de 1991. En repetidas ocasiones vi el video de la primera vez que izaron la bandera eslovena, y me faltan las palabras para decirles la emoción que sentí. Argentina es el país que me vio nacer, formarme y crecer, el país que me enseñó que el Himno Nacional es la canción más emotiva, y los colores de la bandera son los más lindos del mundo. Desde chicos sentimos que, con muchos defectos pero también virtudes, nuestra Patria es parte de nosotros, somos lo que somos gracias a Ella y a los que la formaron. Es la que nos dio todo, desde el día 1 en el que llegaron nuestros familiares. Y así como es, con sus bellezas y asperezas, la amamos, sufrimos y nos alegramos con Ella y, por sobre todo, nos sentimos orgullosos de decir que somos argentinos. Para nosotros, este sentimiento se duplica en nuestros corazones, y a la albiceleste con el sol de oro, le sumamos la “bela, modra, rdeča” (blanca, azul y roja) con el escudo que ilustra los tesoros eslovenos. La bandera que se izó hace 30 años no es sólo una tela que flamea con el viento. Es nada más ni nada menos que el símbolo de la victoria ganada después de tantos años manteniendo nuestra cultura, creencias, idioma, bailes y tradiciones; es el símbolo de la lucha de miles de personas para que el mundo reconozca eso … NOS reconozca. Por eso, con decir que se me puso la piel de gallina y se me llenaron los ojos de lágrimas, me quedo corta. No sólo sentí alegría y regocijo, sino que también sentí orgullo y mucho agradecimiento por todas esas personas que trabajaron arduamente para hacer posible ese momento hace 30 años. 

El acto central del 25 de junio en el Trg Republike (Plaza de la República) también demostró ese júbilo y gratitud, presentes en los discursos del Presidente Borut Pahor y del Primer Ministro Janez Janša. Los bailes, poesías y canciones no hicieron más que resaltar la riqueza cultural con la que contamos y que debemos proteger y seguir cultivando.  

Poco antes del Día de la Independencia, llegó a Eslovenia el grupo RAST 50. Como saben, todos los años los alumnos de 5to año del Srednješolski tečaj vienen de visita a conocer el país, aprender un poco más el idioma y la cultura, y recordarnos cómo se mantiene vivo el espíritu esloveno en Argentina. Este año forma parte del grupo una prima mía, por lo que estoy más al tanto de sus presentaciones y actos. Y así llegó el momento sentimental número dos para mí. Verlos en el evento Tabor za Slovence po Svetu, sentir su frescura y espontaneidad, su energía y alegría al hablar perfecto esloveno con algún “bueno” u “o sea” mezclado en sus frases, su talento al recitar poesías en esloveno y cantar canciones folklóricas argentinas me hizo emocionar …. nuevamente. Hace sólo 6 años que estoy viviendo acá, pero hay cosas que me transportan de nuevo a casa y me hacen sentir un poco nostálgica. Estar rodeada nuevamente de amigos y familiares, escuchar ese tono tan típico argentino, abrazarnos, escuchar hablar español y esloveno a la vez fue como estar de vuelta en un Slovenski dom en Argentina. Es sentirme de nuevo en casa – esa dualidad tan mía, tan nuestra. Porque estando en Eslovenia o en Argentina, en el día a día, esa dualidad se disuelve. No se puede hacer hincapié constantemente en eso, sino que uno trabaja, sale a hacer las compras y se comporta como el resto de la gente en la sociedad en la que se encuentra. Pero entre nosotros … ah, ¡ese es otro cantar!. Y qué bien se siente estar entre los tuyos, reconocer y disfrutar nuestra dualidad.

El tercer, pero no menos importante evento que transcurrió esta semana fue la entrega por parte del Presidente Borut Pahor de la Orden de Plata del Mérito a Zedinjena Slovenija (Eslovenia Unida). Tuve la gran suerte de haber sido invitada al evento … y ese fue mi tercer momento sentimental. Hace poco más de 70 años, eslovenos, que habían huido de su país por razones religiosas, políticas e ideológicas y que no tenían mucho en sus manos, decidieron formar una Organización para ayudar a hermanos que se encontraban en la misma situación y para trabajar juntos en la conservación de la cultura eslovena. Empezó la ardua labor de unir, apoyar, brindar cobijo y asistencia a todos los eslovenos que se encontraban en Argentina. Por medio de charlas con nuestros familiares, fotos y escritos, los que formamos parte de la 1era, 2da, 3era generación nacida en Argentina, sabemos el esfuerzo que significó armar la “skupnost” eslovena que conocemos hoy en día. Horas, días, meses, años de trabajo en la construcción de los clubes, canto en coros, actuación en grupos teatrales, bailes en grupos folklóricos, misas, almuerzos, escuela los sábados … Todo nacido desde el amor a la tierra dejada atrás, pero jamás olvidada. El galardón recibido demuestra el reconocimiento por parte de la Madre Patria a todas estas personas por la obra realizada durante tantos estos años para mantener vivos los valores culturales, ideológicos y religiosos a 12.000 km de distancia. Uno de los frutos “visibles” de esta organización fue el rápido reconocimiento de Eslovenia como país autónomo y libre por parte de Argentina, en enero de 1992.

En estas tres diferentes ocasiones tuve la oportunidad de sentirme emocionada hasta la médula de ser argentino-eslovena (o esloveno-argentina). De ser resultado de la fuerza, templanza, convicción y amor por la patria eslovena por parte de mis abuelos, y de la argentina por parte de mis padres. De haber crecido en un país en el que pudimos expresar nuestros ideales y tradiciones culturales sin vergüenza ni consecuencias. De haber tenido la oportunidad de “volver”, tal y como lo soñaron nuestros abuelos. De poder decir que soy argentina Y eslovena, no mitad-mitad, sino dos enteros. Pero también tuve que reconocer que el trabajo no está concluido. No debemos dormirnos en los laureles, sino que tenemos la obligación de mantener vivo nuestro orgullo y amor por la patria ganada. Día a día hay que seguir luchando por Ella (por Ellas), sea cual fuere nuestro lugar. 

Argentina querida, desde Ljubljana no te olvido y, con un mate en la mano, te deseo muy feliz 205 aniversario. Feliz día de la Independencia! 

Nadia Jan

Ljubljana, 9 de julio de 2021

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