El escritor checo, Milán Kundera, escribió: “Para liquidar a los pueblos, se empieza por privarlos de la memoria. Destruyen tus libros, tu cultura, tu historia. Y alguien más escribe otros libros, con otra cultura, inventa otra historia; después de eso, la gente comienza a olvidar lentamente lo que son y lo que fueron. Y el mundo que te rodea se olvida aun más rápido de quién eres tú”.
Estimados amigos,
Después de 3 largos años, nos volvemos a encontrar aquí, para este recordatorio tan importante, y tan necesario para nosotros. Necesitamos recordar, eso nos hace afirmar quienes somos, y por que estamos aquí. Venimos a rendirle nuestro honor y respeto, a esos queridos hermanos eslovenos que dieron la vida por su testimonio de fidelidad a nuestras raíces nacionales y cristianas. La Iglesia Católica llama a quienes mueren por Dios, mártires.
En el pasado, aquí, para esta conmemoración, hemos escuchado muchos encendidos discursos, relatando las circunstancias históricas y políticas de nuestra tragedia eslovena. Podemos recordar algunos hitos más importantes: la colaboración del comunismo con Hitler en el año 41; la ruptura de ese pacto y el inicio inmediato de la revolución comunista en nuestras tierras organizada por agitadores entrenados en el extranjero por el bolchevismo soviético; la temprana matanza de eslovenos notables, gente ejemplar que significaba un estorbo para el comunismo; la tardía reacción del pueblo esloveno para resistir esta agresión con la vetusta y espontánea organización de las Guardias de pueblo en los pueblos; la capitulación de Italia y la formación de los domobranci, forzados a entrar en la guerra civil, tolerada por el ocupante alemán para su provecho; la finalización de la guerra, el retiro de los ocupantes y la llegada de la terrible mancha roja que ensombreció la mitad de Europa tomando su botín de guerra, tal como fue negociado por los aliados en aquel pacto vergonzoso. Esos, son los hechos históricos, y nadie puede negarlos.
Sin embargo, a pesar de estas evidencias, en Eslovenia, los revolucionarios que recibieron gratuitamente el poder gracias a ese pacto, inventaron un relato, que como dijo Kundera, fue una gran narrativa fantasiosa para contar otra historia, para explicar lo que no ocurrió.
El escritor inglés George Orwell escribió en su famoso libro “1984”: “cuando todos aceptaron la mentira impuesta por el partido -cuando todos los informes decían lo mismo- la mentira pasó a la historia y se convirtió en la verdad”.
Y hablando estrictamente de Historia, lo que realmente ocurrió, no debería provenir sólo de los historiadores, sino principalmente del pueblo, aquel que, en la gran diversidad de los detalles cotidianos, vivió la realidad.
¿Por qué los revolucionarios no pudieron contar con seriedad histórica lo que realmente pasó? ¿Por qué tuvieron que recurrir a la imaginación para contar algo que no ocurrió? Simplemente, porque la verdad les resultaba inaceptable.
No podían contar que mataron a seis eslovenos por cada ocupante; porque eso equivaldría a reconocer que su principal enemigo no fueron los ocupantes. No podían contar que la mayoría de sus víctimas fue gente muy joven, familias, clérigos, maestros, profesores, gente totalmente apolítica, gente simple, campesina en su mayoría; porque eso mostraría la medida de su cobardía. No podían contar que sus victorias no fueron en las batallas, sino en la cobardía de la noche, acechando a gente desarmada, a sus propios vecinos, robando, incendiando, asesinando. No podían contar que una buena parte de sus reclutados por la fuerza, aquellos que nunca les pertenecieron ideológicamente, fueron empujados a escaramuzas ridículas contra el ocupante, para que fueran eliminados fácilmente; eso equivaldría a reconocer que esos muertos nunca fueron suyos. No podían contar que la mayoría de las personas que mataron fue después de la guerra, personas desarmadas; porque eso equivaldría a reconocer que fueron criminales de guerra. Tampoco pueden contar, por qué una gran parte de los revolucionarios, al terminar la guerra, se suicidaron, o sufrieron terribles consecuencias psicológicas.
¿Dónde están los historiadores eslovenos? ¿Por qué no fueron hasta los pueblos, a preguntarle a la gente qué ocurrió realmente? Sólo hay un par que hizo esa tarea, Jože Dežman y Jože Možina por ejemplo, dos outsiders, despreciados por la casta de pseudo historiadores que todavía hoy perpetúan la mentirosa historia artificial.
Durante demasiados años ya, los continuadores de aquel régimen han desviado el debate hacia un único argumento forzado: el relato sobre patriotas y fascistas, la lucha contra los ocupantes, etc. Un relato artificial, para distraer y sepultar la verdad.
¿Dónde están los sociólogos eslovenos? ¿Por qué se resisten todavía a analizar lo que realmente ocurría en la sociedad eslovena de aquel momento? ¿Por qué la sociedad eslovena les temía más a los revolucionarios que a los ocupantes? ¿Por qué la sociedad eslovena, cuando entendió los verdaderos propósitos de los revolucionarios, les dio la espalda? ¿Por qué el hombre simple de los pueblos, el campesino, rechazó la revolución? ¿Por qué?, porque toda revolución viene a demoler los principios de una sociedad, para imponer otra. Y aquella sociedad eslovena, no quería eso.
Todas estas verdades resultaban ser bochornosas para los líderes comunistas. Fue algo inaceptable para ellos, fue una gran vergüenza histórica que el pueblo los rechazara. Era tan evidente este fracaso de su dialéctica, que tuvieron que optar por el único camino posible, de acuerdo a sus mentes enfermas: el exterminio, y el invento de un relato para ocultar ese crimen. Jamás hubiera podido triunfar el comunismo en la sociedad eslovena de ese momento. Tuvieron que eliminar esa sociedad para imponer la nueva. 700 fosas comunes gritan esta verdad desde las profundidades de la tierra.
Muy pocos historiadores pertenecientes a la casta revolucionaria, como Jože Dežman, nacidos bajo el régimen y adoctrinados por este relato, se han revelado contra esta farsa tan absurda que les obligaban a repetir.
No tiene ningún sentido hablar de ocupantes, fascistas, traidores o patriotas. Esa fue la gran pantalla para ocultar la verdad, y la verdad, es muy simple: para que pudiese reinar el comunismo sobre aquella sociedad eslovena de aquel momento, fue necesario un holocausto y la invención de otra historia.
¿Quién fue el verdadero escollo para el comunismo en la Eslovenia de aquel tiempo? No fueron los políticos concretamente, no fueron los líderes de ningún tipo: fue algo más sencillo, algo que estaba firmemente arraigado en la mente del esloveno común de esa época, era todo un conjunto de valores, principios, una forma de entender la vida que jamás hubiera podido aceptar el comunismo. Eso, era el cristianismo.
Nada nuevo para este mundo en realidad: la lucha entre la armonía, el orden y la Verdad, contra la rebeldía, el desorden y la mentira. La gran lucha milenaria, la que se viene librando desde el inicio mismo de la Humanidad. Hay muchos ejemplos en la Historia como lo ocurrido en Eslovenia: El exterminio del pueblo cristiano en La Vandée a manos de la Revolución Francesa, el exterminio de cristianos en la guerra cristera mejicana, el exterminio de cristianos durante la guerra civil española, el holocausto de armenios cristianos, el exterminio de cristianos que está sucediendo ahora mismo en Asia y África.
Los revolucionarios eslovenos sabían bien que sólo podían captar a los indiferentes, pero jamás podrían convertir a esa mayoría de cristianos. Por eso, luego de exterminar a todos aquellos que podían representar un ejemplo de aquella vida cristiana, después de la guerra, impusieron la más brutal persecución racista que se haya visto en la historia de la humanidad, contra todas las familias de los exterminados. Atosigaron y torturaron a esas mujeres y niños sobrevivientes para quebrarlos emocionalmente.
¿Dónde están los historiadores en Eslovenia?
Las consecuencias siguen siendo terribles en la sociedad eslovena actual. Los herederos del régimen siguen siendo una Logia que conspira contra la verdad, contra todo posible orden, contra toda posible armonía. Es que la revolución es eso, mantener la confusión, alejar al hombre de la Verdad.
Son tan terribles las consecuencias, que hoy conviven dos conmemoraciones antagonistas: el día de la memoria por la lucha contra los ocupantes el 27 de abril, y el recientemente instaurado día de la memoria por las víctimas de la violencia comunista el 17 de mayo. Basta poner un criterio frente al otro para ver la tremenda contradicción. Uno de los dos, necesariamente debe ser mentira; de un lado están los viejos libros de la historia inventada, escritos durante el régimen, y del otro lado están las 700 fosas comunes.
Hoy nos hemos reunido para no olvidar nuestro origen, para hacer memoria. Pero más importante que la memoria, fue la oración que hemos hecho hace un rato, durante la misa. La oración por los nuestros, los que fueron valientes y no renunciaron a sus valores cristianos, pero, sobre todo, la oración por los otros, los que cayeron en el error, los que fueron tentados por la antigua serpiente, los que levantaron su mano contra el hermano. Orar por esos eslovenos, también es nuestro deber, es lo que nos pide el Señor, porque con su amor quiere salvar a todos. Orar por todos, es lo que define quienes somos, y es lo que mejor nos conecta con ese pasado que hoy recordamos.
Muchas gracias.
Jože Lenarčič