Junto a la Camerata Salzburg, la enorme mezzosoprano argentina, radicada desde hace años en Europa, inaugura hoy en el Colón, junto a la Camerata Salzburg, la temporada del Mozarteum.
La experiencia a lo largo de su carrera le ha enseñado a Bernarda Fink que en la música es necesario lograr una hermandad absoluta entre compositor e intérprete.”Es la única manera -explica- para que cada una de las maravillas musicales creadas por estos genios no se conviertan en letra muerta. El intérprete tiene la tarea de darles vida y recrearlas. Somos el otro lado de la música y entre ambos hacemos la obra”. Esto es lo que siempre busca en cada una de sus presentaciones y lo que espera brindarle al público en este concierto junto a la Camerata Salzburg que representa su vuelta al Teatro Colón y con el que queda inaugurada la presente temporada del Mozarteum.
Como un verdadero privilegio en su vida califica su etapa de formación en el Instituto Superior del Teatro Colón cuando este todavía funcionaba dentro del teatro. Eso le dio la oportunidad de estar entre sus paredes durante horas, viendo ensayos, participando de funciones y conociendo personalidades como,por ejemplo, la mezzosoprano Frederica von Stade, quien la inspiró como cantante y persona. “Me marcó mucho conocerla, porque ella era la anti-diva.” recuerda.
Desde sus inicios en Buenos Aires, la carrera de Fink se fue dirigiendo hacia la interpretación del concierto más que hacia la representación operística propiamente dicha. “Yo sentí de entrada una inclinación muy fuerte por todo el repertorio sinfónico y el lied. Eso viene un poco de familia, es lo que se escuchaba en mi casa. A la ópera la conocí más adelante. Creo que es un poco eso y que además soy una persona introvertida, no tengo la vena histriónica. No me es tan atractivo todo lo que significa la actuación, el vestuario, etc. Si lo es en cambio, interpretar una cantata de Bach u obras de románticos alemanes. Cuando conocí a Bach me volví loca, fue amor a primera vista. Me identifico y me emocionan mucho los textos de sus obras”.
Para la cantante, en su vida y en su carrera todo se dio un poco mas tarde que lo habitual y eso trajo en consecuencia una madurez más profunda a la hora de elegir, inclinándose por hacer aquello que más le gusta en lugar de ceder a la presión de figurar. “Cada uno tiene su propio tiempo, su camino personal y eso es fascinante. La carrera no se hace, se va dando. Lo que si es cierto es que los años que tienes detrás te van preparando para estar mas dispuestos a lo que la misma vida te va entregando. La carrera lírica no es solo pararse en el escenario y cantar, esa es apenas la punta del iceberg. Lo que no se ve requiere de una madurez psíquica, física y espiritual para afrontar la responsabilidad que conlleva una carrera como esta. Sin olvidar que la responsabilidad principal es servir a la música,” afirma.
Son habituales sus presentaciones junto a las más reconocidas orquestas de Europa y América, entre las cuales están las filarmónicas de Viena y Berlín, la Orquesta del Royal Concertgebouw, las Staatskapelle de Berlín y Dresden, la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, la Sinfónica de Chicago y la Orquesta de Cleveland. También es frecuentemente convocada para colaborar con renombradas orquestas y agrupaciones barrocas. En esta oportunidad,el recital que ofrecerá junto a la Camerata Salzburg, agrupación a la que la une una larga y vieja amistad y junto a la cual Fink afirma haber sido parte de conciertos muy especiales, está calificado como todo un highlight dentro de la temporada del Mozarteum.”Esta presentación en el Colón es para mí uno de esos regalos inesperados que te da la vida y me siento muy feliz y honrada de hacerlo”.
La mezzosoprano interpretará “Schlummert ein, ihr matten Augen”, aria central de la cantata Ich habe genug, BWV 82 de Bach y las Canciones bíblicas de Antonin Dvorák. El programa se completará el primer día con Fratres, de Arvo Pärt, y la Sinfonía Nº 3 de Schubert y al día siguiente con Pulcinella, de Stravinski, y la Sinfonía Haffner, de Mozart. “Esto es un repertorio con el cual yo me siento en casa y soy una agradecida con Dios por haberme dado lo que hace falta para poder interpretarlo. Aunque no todas las voces estén adaptadas para hacer Bach, yo siempre le digo a los jóvenes que es muy positivo cantar una aria suya de vez en cuando, es una especie de higiene vocal,” explica la mezzo.
“Estas son canciones que no deben de ser solamente cantadas, sino también oradas”, sugirió el propio Dvorák al hablar sobre sus diez canciones bíblicas. Recomendación que Fink encontró cuando leía documentación sobre el compositor. Estos textos fueron escritos en Estados Unidos cuando el músico, hombre de una fe inamovible, recibió la noticia de la enfermedad de su padre. “Con esto vemos que los dos compositores que vamos a interpretar en el concierto tienen mucha relación el uno con el otro, ambos eran muy creyentes y orientaron su vida en un sentido muy claro de vivir en armonía con el Creador. Es gratificante para mí, puesto que me identifico con ambos”, dice.
Nacida en Buenos Aires e hija de padres eslovenos, reside actualmente en Austria, país que le reconoció su brillante trayectoria otorgándole el título de “Kammersängerin”. “Resulta muy bonito cuando varios países te quieren como suya, porque después de todo, la música no tiene fronteras. Cuando los países aman a sus artistas eso es finalmente amor al arte. Hoy día, incluso en un continente como el europeo, hay tendencia a reducir los presupuestos para la educación artística y eso representa un gran riesgo. Un país que no le de importancia al arte es un país que se pone peligroso. El arte es algo que nos une a todos.”
Helena Brillenbourg
LA NACION, lunes 16 de abril de 2018
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