Bernarda Fink. En busca del alma común entre el compositor y la cantante

Junto a la Camerata Salzburg, la enorme mezzosoprano argentina, radicada desde hace años en Europa, inaugura hoy en el Colón, junto a la Camerata Salzburg, la temporada del Mozarteum.

La experiencia a lo largo de su carrera le ha enseñado a Bernarda Fink que en la música es necesario lograr una hermandad absoluta entre compositor e intérprete.”Es la única manera -explica- para que cada una de las maravillas musicales creadas por estos genios no se conviertan en letra muerta. El intérprete tiene la tarea de darles vida y recrearlas. Somos el otro lado de la música y entre ambos hacemos la obra”. Esto es lo que siempre busca en cada una de sus presentaciones y lo que espera brindarle al público en este concierto junto a la Camerata Salzburg que representa su vuelta al Teatro Colón y con el que queda inaugurada la presente temporada del Mozarteum.

Desde sus inicios en Buenos Aires, la carrera de Fink se fue dirigiendo hacia la interpretación del concierto más que hacia la representación operística propiamente dicha. “Yo sentí de entrada una inclinación muy fuerte por todo el repertorio sinfónico y el lied. Eso viene un poco de familia, es lo que se escuchaba en mi casa. A la ópera la conocí más adelante. Creo que es un poco eso y que además soy una persona introvertida, no tengo la vena histriónica. No me es tan atractivo todo lo que significa la actuación, el vestuario, etc. Si lo es en cambio, interpretar una cantata de Bach u obras de románticos alemanes. Cuando conocí a Bach me volví loca, fue amor a primera vista. Me identifico y me emocionan mucho los textos de sus obras”.

La mezzosoprano interpretará “Schlummert ein, ihr matten Augen”, aria central de la cantata Ich habe genug, BWV 82 de Bach y las Canciones bíblicas de Antonin Dvorák. El programa se completará el primer día con Fratres, de Arvo Pärt, y la Sinfonía Nº 3 de Schubert y al día siguiente con Pulcinella, de Stravinski, y la Sinfonía Haffner, de Mozart. “Esto es un repertorio con el cual yo me siento en casa y soy una agradecida con Dios por haberme dado lo que hace falta para poder interpretarlo. Aunque no todas las voces estén adaptadas para hacer Bach, yo siempre le digo a los jóvenes que es muy positivo cantar una aria suya de vez en cuando, es una especie de higiene vocal,” explica la mezzo.

Helena Brillenbourg
LA NACION, lunes 16 de abril de 2018
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