Y acá estoy, escribiendo la última Crónica del año 2021 y, casi inevitablemente, haciendo el conocido “balance de fin de año”. ¿Ustedes son de hacer estas cosas?
Con una mano en el corazón, siempre fui de disfrutar mucho la Navidad. En Buenos Aires, tanto en la época de colegio como de universidad, diciembre era un mes que me encantaba. El calor, los días largos y soleados, las noches cálidas con helado, la satisfacción de haber concluido el año estudiantil (en la facultad quedaba algún examen para después, pero eso no importaba), el descanso bien merecido por las tardes. Cuando empecé a trabajar, los días ya no estaban libres, pero se disfrutaban con almuerzos ligeros, caminatas por el centro, alguna que otra compra navideña, y se respiraba ese aire de “se terminó este año, vamos que empezamos uno nuevito nuevito” … No sé si me explico, pero creo que es una sensación que muchos (o todos) sentimos – una mezcla de ansiedad por terminar todo lo que “tenemos que terminar”, la alegría por los festejos y las juntadas de fin de año, los planes con amigos y familia para el 24 y para el 31, la lluvia de papelitos el 30 en el microcentro.
La noche del 31, sin embargo, siempre fue agridulce para mí. Seguía siendo diciembre, la juntada con familia y, más tarde, amigos seguía en pie: la comilona, las risas, también las peleas (qué familia no las tiene), el brindis y los fuegos artificiales. Pero al bajar la copa …. Oh no. Me sentía perdida y para nada ilusionada. Sí sí, el año concluido siempre tenía algún momento “poco feliz”, dificultades, días que era mejor olvidar. Pero era un año conocido, un amigo que me había acompañado 365 días … y, para ser sincera, no quería despedirlo. Era la típica sensación de que la fiesta se había terminado, y el 01/01 era la resaca de la fiesta. ¿Qué positivo lo mío, no?
Al mudarme a Eslovenia, diciembre (entre otras muchas cosas) resultó ser un shock. En muchos sentidos. El más obvio fue el clima. ¿Qué clase de Fiestas puede uno tener si hace tanto frío y está tan oscuro que no tenés ganas de nada? Además, me encontraba lejos de mi familia y amigos de toda la vida. Por suerte no estaba sola, pero no era lo mismo.
Pero poco a poco fui reconociendo cosas que hacen que cada año ame más estar acá para las Fiestas. Ya a finales de noviembre se siente el ajetreo y la ansiedad de los preparativos. Muchos grupos de ayuda social y también Cáritas organizan colectas de juguetes y dulces para niños de familias humildes. O campañas de visitas o (en tiempos COVID) llamadas telefónicas a personas mayores, que se encuentran solas. Puede sentirse en el aire, que es un tiempo de pensar y ayudar al prójimo. Por otro lado, crecen los puestos al aire libre de venta de flores naturales y secas, para armar las coronas de Adviento y el resto de la decoración navideña. Las casas y oficinas se van llenando de luces, mientras en los locales y supermercados a veces se hace difícil encontrar pilas o ingredientes básicos para hacer galletitas (nueces, pasas de uva, etc..). El 06/12 Miklavž (o San Nicolás) visita a niños (y no tan niños) trayendo regalitos o, en su versión más tradicional, naranjas y frutos secos. En diferentes partes del país se encienden las luces y decoraciones navideñas, y se abren los puestos de venta de vino y chocolate caliente, invitándonos a juntarnos a tomar algo y pasar tiempo con las personas queridas.
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Después de 5 años acá, creo que vivir el Adviento más adentro que afuera, con alguna ocasional nevada, noches largas y días cortos (y muchas veces nublados), es una excelente oportunidad para bajar un cambio y acercarnos a la Navidad de otra manera. Para visitar amigos o familia en sus hogares, hornear galletitas o juntarnos a tomar un té o un café, envolverse en una manta y leer un libro, meditar o mirar una película. No significa, de ninguna manera, que me haya alejado completamente del ruido o las luces del centro. ¡Para nada! Sigo disfrutando como una niña las ocasiones en las que recorro el centro paseando, charlando, en busca de un vino caliente o una taza de cacao. Pero las características que al principio me parecían “anti-Fiestas”, ya no lo parecen. Porque al fin y al cabo, lo que importa es que hagas cosas o te rodees de gente que te llene el corazón – o que vos le llenes el corazón a alguien más.
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Hoy es 31/12/2021, históricamente mi día agridulce. Siempre odié la idea de hacer balances de fin de año. Pero este año es diferente, y cuando pensaba el tema para escribir la última Crónica, la idea de una mirada retrospectiva surgió naturalmente.
El 2021 fue un año …. ¿qué palabra usar? …. Extraño. Extraño para todos nosotros. El COVID ya no fue novedad, pero seguimos sin acostumbrarnos a su presencia. En Eslovenia sigue siendo el tema número uno en todos los medios de comunicación, la cantidad de infectados y medidas tomadas por el gobierno son la primera nota de diarios y noticieros. Sigue guiando nuestras conversaciones, generando grupos entre nosotros: los antivacunas, los de las 2 dosis, los que se recuperaron de la enfermedad, los anti que se vacunan igual para poder viajar, etc.. El virus sigue presente, pero el miedo de alguna forma ya pasó, y todos intentamos vivir lo más normal y relajados posible.
En lo personal, fue el año en el que pude dejar de decir “estoy sola acá”. Mi hermano dejó Argentina, mudándose a Europa – está más cerca, pero no tan cerca. Mis padres se mudaron desde Buenos Aires y se establecieron en Ljubljana. Fue el hecho más alegre del año y por el que más agradecida estoy. Esto trajo consigo una organización diferente a la de mis primeros 5 años, pero con muchas más cosas positivas que negativas. Pudimos pasar muchísimos momentos juntos, uno de ellos Navidad. Uno de los pilares de mi vida está, nuevamente, conmigo.
Fue a la vez, un año típico y atípico. Novedoso y rutinario. Excitante y aburrido. Lleno de aventuras, pero también de momentos de encierro.
Esta última Crónica es más personal que las anteriores (espero que esto no los haya aburrido). Espero que los haga pensar a ustedes también sobre el año pasado, las cosas vividas y, ¿por qué no?, sobre los nuevos planes, expectativas y deseos que tienen para el 2022. Por mi parte, va a ser la primera vez que lo haga 😉
Deseo que concluyan este año de forma hermosa y en paz y que comiencen (y se mantenga) un 2022 con alegría y en buena compañía.
Nadia Jan
Ljubljana, 31 de diciembre de 2021