Juan Benigar – voz sutil en la tierra

Un esloveno en la Patagonia años ha, pero vivo.

Presentación del libro“Juan Benigar, voz sutil de la tierra” en Neuquén.

Durante el evento realizado el 23 de noviembre a las 18 en el Salón Azul de la Biblioteca de la Universidad Nacional del Comahue, tuvo lugar la presentación de la obra “Juan Benigar, voz sutil de la tierra”, Editorial de la Grieta 2018,  por parte de investigadores de la Universidad del Comahue y del equipo de la Biblioteca Popular de Aluminé (ciudad de la provincia del Neuquén), biblioteca que lleva su nombre.

Es un honor destacar que se hizo presente para la ocasión la Señora Embajadora de la República de Eslovenia,  Jadranka Šturm Kocjan, como un homenaje a un gran esloveno muy ligado a la Región Norpatagónica. La Señora Embajadora, mediante un discurso claro, preciso y emotivo, puso en relieve la figura de  Juan, Janez, Iván Benigar, ”el sabio que murió sentado”. Fue hijo de padres eslovenos. Nació en Zagreb en 1883 pero por el derecho de ius sanguinis, vigente en la actualidad en países europeos, es esloveno. Teniendo 25 años y para cumplir “su propio destino”, se radica en la Patagonia, desde 1908 hasta su muerte en 1950.  La Señora Embajadora presentó a Benigar como avanzado humanista, etnolinguista, políglota, antropólogo, filósofo, investigador de la interculturalidad. También expresó antecedentes de su estudio, abordado incluso por eslovenos, como el documental “El sabio que murió sentado”, producido por  Slavko Hren y la televisión eslovena en el año 2009. Se suman los contactos de la familia Urbančič con la familia Benigar. Don Juan fue un verdadero sabio que, inquieto y anticipándose  décadas, “formuló las preguntas verdaderas”. Benigar dejó un legado para continuar y revitalizar.

En el libro  se rescata, se re-des-cubre, la voz del sabio a partir de cuatro abordajes diferentes: las de Mónica Mate, Raúl Mansilla, Daniel Bagnat y Ana M. de Mena. Se expresan en ensayos  que abarcan distintos aspectos de su vida y obra, a saber: la vigencia de su legado, teosofía y creencias araucanas, su figura y accionar intelectual y finalmente, el obrero ilustre. Ello ha sido catalogado por Finzi como “uno de los hechos culturales del año”. Antes de esta obra  varios libros fueron publicados acerca de su saliente obra en la historia del Neuquén. La lista de los mismos sería extensa para este espacio. Basta googlearlo. Sólo una sÍntesis de lo que se sabe de él daría para varios escritos más. Mucho de la obra de Benigar obra aún como manuscritos inéditos que requerirían de un amplio trabajo multi-interdisciplinario para ser publicados.   Don Juan Benigar tuvo las manos, la mente y el corazón siempre abiertos. Supo crecer y dar lo mejor de sí, pese a las condiciones adversas y a ser padre de una familia numerosa a la que tenía que alimentar, cuidar y educar. Fue un intelectual solidario y transformador de la realidad, humilde, laborioso y honrado. Marginado del reconocimiento oficial no bajó los brazos en su continua investigación y defensa de los derechos de los mapuches. Tejió no solo a través del telar, sino hilando otra forma de pensar y de pensarse como patagónico. Hizo canales no sólo para llevar vida y cultivar la tierra. Honró la cultura, cuya savia hizo florecer las ciencias que abordó. Así como construyó puentes para unir orillas, con su mente inclusiva acercó culturas. Escribió acerca del pueblo mapuche viviendo con ellos, haciéndose uno de ellos, compartiendo sus penurias y pensando una Patagonia diferente. Fue un hombre buscador de la verdad, que vivió fiel a sus principios, dándose a los demás como los grandes hombres que dejan huella en la humanidad.

Volviendo al evento de la UNCO. Fueron muy ricos  los comentarios amorosos sobre cada parte del libro por parte de cada uno de los autores. Sería extenso resumirlos aquí. Hubo también aproximaciones a la lectura y canto de fragmentos de la cantata “Sheypuquiñ y Juan”, escrita por  Carlos “Tata” Herrera y musicalizada hace algunos años por J. L. Bollea, así como una representación a partir del texto escrito por Alejandro Finzi, dramaturgo radicado en Neuquén.

Sin dudas Juan Benigar, quien renunció a vivir en Europa, en su tierra, con un futuro promisorio y sin carencias, eligió la Patagonia donde se radicó hasta su muerte. Sus restos descansan en la ciudad de Aluminé junto a los de Sheipukin, (Eufemia Barraza) su primera esposa,  y de Rosario Peña, con la que se casó años después de enviudar.

Dejó un legado no solo para su familia y los descendientes de eslovenos sino para todos los hombres y mujeres de bien que consideran la paz, a los otros, al trabajo, la cooperación y la investigación como puntales para su vida. Todos estos valores no muy comunes en una sociedad competitiva y exitista como la nuestra.

Lorenzo Novak

 

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